En el metro, en la micro, en el trabajo o incluso en el hogar, no existe un lugar en que nos encontremos libres del peligro de su acecho. Aunque no los veamos o distingamos, los acosadores se pueden presentar en cualquier momento y lugar, dejando marcas imborrables en sus víctimas.
La duodécima Encuesta Nacional de Corporación Humanas, informó que 9 de cada 10 (89%) mujeres chilenas admite haber sufrido al menos un acoso sexual alguna vez en su vida. La encuesta además reveló un alza en la violencia en espacios públicos y privados. Los datos informados por el Observatorio Contra el Acoso Chile mencionan que las formas más recurrentes de acoso son las miradas, los silbidos, los comentarios y otros sonidos, como besos y bocinazos. Luego siguen los roces y caricias, el contacto físico directo y los susurros al oído.
Los acosadores se acercan a sus víctimas de a poco, y avanzan a las insinuaciones sexuales explícitas como última advertencia antes de una agresión sexual. Según los especialistas, como el psicoanalista mexicano Leopoldo Cavero, “estas personas desean el control, dominio, humillación y sometimiento de su víctima para luego despreciarla y así llenar sus vacíos”. Otros definen el perfil de un acosador con cualidades como el narcisismo y la creencia de superioridad frente al resto; son personas obsesivas, que desean ser admirados, contemplados y engrandecidos; son seres carentes de empatía y suelen esconderse en facetas de comprensión hacia los demás, controlando así física y mentalmente a sus víctimas.
Cuando estemos frente a una situación como las anteriores descritas debemos siempre comunicar, informar y denunciarlas, sea algo recurrentes o no; es imperativo actuar antes de que la situación se vuelva más grave es fundamental. Las personas afectadas pueden buscar ayuda en un familiar, un amigo o alguien de confianza. En caso de ser necesario, la figura de un psicólogo o terapeuta resultará útil debido al estrés o ansiedad producida por este tipo de situaciones. Es muy común que las víctimas tiendan a culpabilizarse por lo sucedido, sin embargo, deben entender que no existe absolutamente nada en ellas que provoque estos hechos; ni el contexto, la edad o la forma de vestir, justifica que una personas sea agredida o acosada; no existen escusas o justificaciones para cometer estos actos.
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