Mujercitas: el clásico que no pasa de moda

La vida de las cuatro hermanas March cambia drásticamente cuando su padre debe ir a la guerra. Las comodidades de las que alguna vez gozaron se ven afectadas, y aquellos deleites ahora solo forman parte de un pasado aparentemente más fácil. Sin embargo, bajo esta capa de dolor generado por la ausencia del padre, estas cuatro hermanas viven rodeadas de un amor incondicional y la lucha diaria de su madre por darles estabilidad en tiempos difíciles para los Estados Unidos de antaño.

Meg, Jo, Beth y Amy son cercanas en edad, pero no por eso parecidas en carácter. Estas cuatro hermanas tienen cualidades únicas, complementándose entre ellas, y a pesar de ser tan distintas, las hermanas March comparten un lazo marcado por la incondicionalidad. Este lazo se ve aún más fortalecido con la llegada del apuesto joven Theodore Laurence (Laurie), el nuevo y misterioso vecino que se les acerca en edad, con quien forjan una hermosa amistad, convirtiéndose en una especie de quinto hermano.

La llegada de Laurie es de gran importancia para la familia March, donde todas empiezan a experimentar más aventuras, permitiéndose volver a soñar e imaginar cómo serán sus vidas una vez alcanzada la adultez. ¿Será una vida rodeada de lujos?, ¿quizás de viajes por el mundo? ¿O una simple y cómoda en el campo?

Louisa May Alcott publicó “Mujercitas” en 1868, época en la cual el machismo era algo latente y arraigado a la sociedad, y aun así, a través de personajes como Jo March o la agridulce Amy, el lector puede ser testigo del mensaje de libertad que está presente durante la historia. Por un lado tenemos a Jo; ansiosa de convertirse en escritora y recorrer el mundo, el matrimonio es la última prioridad en su lista, mientras que Meg sí desea casarse, tener hijos y vivir de ciertos lujos. Hay un contraste entre cada hermana, pero eso es lo llamativo de esta historia: la autonomía con la cual cada hermana busca forjar su destino.

A pesar de ser un libro con una extensión de casi 500 páginas, no lo definiría como una lectura densa con vocabulario impronunciable. Todo lo contrario, es una novela ideal para iniciarse en el mundo de los clásicos sin abrumarse. Louisa escribió una historia de amor fraternal entre hermanas, y es ahí donde radica su belleza, en la simpleza del tema y en lo profundo de los vínculos que estas mujercitas forjan entre sí.

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Por Catalina Fernández. 

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